Monday, April 17, 2006


TU CEPILLO DE DIENTES

Ahí estaba junto al mío, era lo único tuyo en esta casa. Un buen día lo saqué de su empaque para que lo tuvieras en tus visitas de fin de semana. Hoy irremediablemente ha ido a parar a la basura. Ya no lo veré al entrar al baño, sin embargo de alguna manera sabré que estuvo ahí. En el aire van flotando los recuerdos que impregnarán las paredes poco a poco como lo han hecho muy dentro de mí mente y corazón. Será difícil olvidar la noche que nuestras miradas se encontraron, a partir de ese momento no hubo más lenguaje que el de nuestros cuerpos infatuados, no hubo tiempo ni espacio, todo dejo existir. Luego vendrían las palabras y aquellas que no conocías las dirías con tus ojos.
Durante seis semanas fui más que tu amante, tu cómplice y aunque sabía que al otro lado de la tierra estaba el dueño de tu corazón me atreví a tomarlo prestado, y fue mi piel quien robo tu aroma, ese que quedó rociado en la toalla que acabo de lavar.
Rompiste mi neurótica rutina y hasta te atreviste a cambiar la estación de radio que por tanto tiempo había permanecido inmóvil. Entre semana cuando quería narcotizar mis pensamientos lo hacía a través de las pantallas de la televisión y de la PC, de repente sonaba el teléfono y al saber que eras tú el tiempo parecía detenerse con el vuelco de mi corazón, entonces la penumbra de mi cara se desvanecía por completo.
Me aceptaste y quisiste tal cual soy, atreviéndote a ver en mi lo que a otros les da miedo. En ocasiones mi mente divagaba y huía de las cargas de trabajo para hacer una lista mental de los ingredientes que pondría a nuestro siguiente fin de semana.
La comida que te preparaba la disfrutabas tanto como mis besos y ya después de comer ponías tu cabeza en mi regazo y me permitías jugar con las facciones de tu cara llevando la punta de mis dedos por todos tus rasgos relajando tu cuerpo hasta que dormitando quedabas , de repente despertabas y me decías: “ qué guapo eres”, antes de que pudiera hablar ya habías sellado mi boca con tus besos, tus ojos traviesos a la vez me gritaban que nos fuéramos al lecho donde de nuevo los besos, las caricias nos fundían en uno. El reloj pareciera haber detenido sus manecillas, sin embargo repuntaba el día y había que reiniciar la semana, al salir de tu casa me llevaba puesta aún parte de la noche en la que me habías tomado el alma y el cuerpo.
Al llegar a la oficina todavía mi boca sabía a ti y me preguntaba si acaso todo hubiera sido un delicioso sueño o las marcas en mi corazón eran reales. Entonces le pedí al tiempo que volara a tropel para no extrañarte en la soledad de mis noches y llegara de nuevo nuestro ansiado fin de semana.
Cuando jugueteábamos en la cama me platicabas de tu afición a los trenes y yo infantil pasaba mis dedos por tu cuerpo fingiendo una locomotora., reías y disfrutabas el masaje que te daba.
Esta mañana me veía al espejo y en mis ojos algo faltaba, era eso que pusiste en ellos cuando con los míos te seduje.
De pronto estaba ahí como lo dejaste la última vez, lo tomé como si pesara una vida y en un movimiento que en otras ocasiones fuera tan rutinario hoy me pareció distinto cuando lo deposité en el cesto de basura. Todavía queda el calor que dejaste en mi cuerpo, mi piel busca desenfrenadamente tus manos y mis labios aprisionados por mis dientes quieren detener un llanto silencioso que dejó tu partida, mis ojos no han querido borrar los tuyos y la memoria de este nuestro último fin de semana en que la pasión, el desenfreno de una piel atrapada en otra se dijeron adiós cuando no querían separarse, me aturde a toda hora.
Y después vino el silencio queriendo borrar lo que era irremediable, fue cuando quise encontrar la palabra exacta pero sólo pude darte un beso cargado de 6 semanas de vida y con él marcar también mi partida.
Así es…hoy sólo pude tirar tu cepillo de dientes.

Eduardo Sastrías

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