VIGILIA Has muerto… Atrás quedó tu punzante reverberar estrellado, has fenecido tras cerrar tus fauces imaginadas. La mano ejecutora sucumbe ante los incisivos flagelos matutinos y el eco de un grito lastimero has dejado al sigilo. Tres gotas derramadas en un cáliz expiatorio sólo han permanecido en el saldo. Un lamento convulsionado, el taladrar de un reloj y un vaso seco de sed simulan risotadas diabólicas que aturden las silentes paredes. Has muerto noche, has muerto y mi paciente cadáver reposa junto al tuyo. Eduardo Sastrías |
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