Sunday, June 19, 2011



¿ERES FELIZ? ...
-¿Eres feliz? Me preguntas viéndome a los ojos. No espero esa pregunta, hace ya tantos y tantos años que nos fuiste entrevistando uno a uno con aquella grabadora Aiwa que era todo un adelanto tecnológico en esa década de los sesentas, cuando en las noches la televisión mostraba los programas en blanco y negro de teleteatro y de cantantes como María Victoria, Toña la Negra, Pedro Vargas, Agustín Lara que desfilaban en el “Estudio Raleigh”. Me vuelves a preguntar “¿eres feliz?”- No sé papá te respondo; he tenido momentos felices que parecen ahora lejanos. Sabes papá, la mente nos juega bromas de repente, pues nos transporta como ahora a un pasado en el que existes y me siento tan feliz de charlar contigo como padre e hijo, la realidad se vuelve tan sutil entonces y ahora sí te puedo decir que soy feliz, no como aquel niño que te vio irse poco a poco hasta que te desvaneciste para convertirte en alguien que una vez fue.
Cuantas cartas inacabadas papá, cuantos intentos por recobrar en mi memoria algún indicio de que estuviste en mi vida. Me preguntas que si soy feliz… no lo sé, la felicidad para mi ya no es un estado que se gana o se logra, es sólo algo que sucede, como tantas cosas que suceden agradables y otras desesperadamente tristes.
Al fondo escucho el segundo movimiento de la novena sinfonía de Dvorak , conocida como la “Sinfonía del Nuevo Mundo”. Volver a casa es un sentimiento que todos tenemos muy adentro, charlar contigo papá es volver un poco a casa.
Ahora a mis años entiendo que la vida es como un bordado que se va hilando día a día y que sólo en el momento que termina cobra su verdadero sentido y significado.
Te fuiste papá, y alguien ajeno vino a ocupar tu cuerpo. Así cruda y terriblemente sucedió y en ese momento supe que había un lado oscuro y desdichado en cada ser humano. Aprendí a ver la contraparte de la dicha y de lo que queremos definir como felicidad. Supe en carne propia lo que es el coraje de que te arrebaten algo que creías tuyo por ley natural. Me quedé solo en medio de una tiniebla tejida de confusiones que he tratado de ir descifrando al través de los años de una vida que se rompió en mil pedazos, como un espejo, cuando intentaba ver una semejanza de ti en mí. Y me vuelves a poner el micrófono enfrente y enciendes la grabadora y me preguntas de nuevo… “¿Eres feliz?”.

Tu hijo
Eduardo



1 Comments:

Blogger Ana Elena Sastrias said...

Así es Eduardo. Una vida inacabada, no concluida con un legado al cual aferrarse como única prueba de su existencia y como un símbolo de su eternidad. Así también hemos vivido: inacabadamente, no concluidos, con interrupciones en nuestro desarrollo profesional y personal y familiar y que en el espiral de nuestras vidas, hemos tenido la oportunidad de conocer varios lados de la vida a través de una que otra revolcada en el océano de la vida en que nadamos. Siempre tendré gratos recuerdos aunque muy efímeros de papá.

Thursday, 23 June, 2011  

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