EL MÉXICO QUE DEJA CALDERÓN
En la
historia moderna es claro que son
los dirigentes de los países, los
presidentes, primeros ministros, dictadores, etc., quienes en su afán de poder no ven las necesidades y
reclamos del pueblo, ellos se vanaglorian de poder y ven el mundo a través de
los ojos de sus aduladores. Son ellos quienes venden las riquezas de los países
para beneficiarse y hacer a algunos de
los suyos inmensamente ricos, dejando
una estela de pobreza, inseguridad, hambre y desasosiego. Total es el pueblo el
que se subleva, el que vierte e invierte más sangre y el que queda finalmente igual o peor que
antes. Ellos, los que originaron
semejante desastre, huyen como ratas de un barco al hundirse, son los tienen la
protección que su posición les brinda y al mundo para ir de país en país como
parias que son para vivir como jeques, a
ellos no les importa ser errantes, nunca quisieron a su país, ni fueron
ciudadanos ni tuvieron patria porque la vendieron.
Sin embargo
el México de hoy todo lo olvida como el niño que es y que se niega a madurar,
al igual que la criatura que después de un berrinche le compran un juguete hoy
recibe a sus anteriores asesinos y saqueadores con alfombra roja, por el teñido de la sangre. El México de hoy tiene
una juventud sólo quiere ser puta, futbolista o narco y una población madura
llena de desesperanza.
En los
últimos seis años este país ha seguido su inercia de ser un país
recurrentemente saqueado, el pueblo es
anestesiado y acostumbrado a ver sangre. El México bárbaro no ha muerto sólo se
encuentra distraído viendo concursos y telenovelas, tomando “chelas” y
“mentando madres” en el fút, con incipientes actos de violencia en los
estadios. La bestia cambió su coraje por
pagos a dieciocho y veinticuatro mensualidades y el grito de libertad
por un lloriqueo patético y lastimero para que alguien venga y le resuelva la
vida sin hacer mucho por ello. Pero ahí está y sigue latente.
El México de
Calderón y su política neoliberal a
favor de los monopolios ha manejado el discurso
de que la revolución es algo de nacos, es un concepto populista y
anárquico, nunca un movimiento de las ideas encaminadas a mejores acciones. El
México de hoy prefiere creer que
sabe por lo que le dicen y tragarse
frasecitas pre-hechas en vez de leer un libro, asimilar su contenido y
formarse un criterio propio. El México de hoy
sólo se puede entender a través de un teléfono celular, la música de
banda, la fayuca china, las pizzas y las hamburguesas con sabor a demagogia.
El México de
los criminales de cuello y polvo blanco hoy perdió la magia y se arrodilló ante
la Santa Muerte, esa que ha se ha llevado a más de setenta mil almas en una
guerra sin nombre y que alguien elevó a estatus de santa como tantos santitos exprés
que adormecen las almas del rebaño y producen formidables ganancias para la elite de religiones y
sectas.
La defunción,
un desempleo descomunal, inseguridad, desplazamiento de miles y miles de
mexicanos que han tenido que dejar sus hogares y negocios en busca de un poco
de paz marcan la era Calderonista.
El México de hoy es la burla de sus asesinos.
Eduardo Sastrías
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