LA NIÑA DE LA LLUVIA
Más allá del
sol, donde confluyen todos los tiempos, se reunieron los dioses para terminar de una buena vez con lo que quedaba del mundo que le habían
otorgado al Hombre.
Fuego, Aire, Agua y Tierra decepcionados de lo
que el ser humano había hecho con sus regalos decidieron que desencadenarían la
hecatombe que diera fin a tanta
desgracia vertida en el mundo por tan despreciable ser, en eso estaban cuando escucharon que dos corazones latían
más fuerte de lo común, vieron con fascinación que una joven mujer y un
alegre muchacho se habían encontrado
tomándose de la mano.
Los dioses
se contuvieron y observaron la escena con cierta ternura. La Esperanza llegó desde tierras lejanas y sopló al oído de los dioses.
La diosa de
la lluvia se enterneció y quiso mandar a su hija a través de aquellos dos seres
tan limpios y puros. El dios del fuego dijo que él tenía prioridad y que
enviaría a su hijo a la tierra vestido
de un volcán, les recordó a los demás dioses que gracias a él el ser humano había avanzado
a pasos agigantados.
El dios del
viento dijo que si bien el fuego había sido importante dentro del desarrollo
del hombre, también había sido su propia destrucción, que él mandaría a sus
mellizos Bora para cubrir de nieve las
montañas y su antítesis Siroco para llenar de calor los corazones.
La diosa
tierra permaneció en silencio dejando que todos hablaran, a su vez mando crear montes y llanuras para embellecer el evento.
- Yo uní a
estos dos seres y les envié mi bendición a raudales, dijo el Agua. Yo limpié
sus almas cuando nacieron, les calmé su
sed y saqué su sufrimiento en forma de lágrimas.
El mundo cada
vez necesita más de mí aún cuando me han contaminado y me han desperdiciado.
Tú Fuego, sólo evaporarías lo poco que queda de
mí en el mundo, y tú viento levantarías la poca agua en forma de ciclones
dejando secos a unos e inundados a otros.
La tierra
necesita más de mí que de ustedes dos, miró de reojo a la diosa Tierra quien tejía campos y
praderas; la vida sin mí no existiría.
Todos callaron
mientras la diosa del Agua levantaba sus
brazos formando una enorme nube, sobre de ésta, apareció una bebita recostada
que movía sus piernitas y reía de manera singular.
Se formó un
arcoíris al fondo y se escucharon trompetas y coros que se acompasaban de rayos
y cascadas de agua.
Ella será
quien lleve en sus cántaros una nueva esperanza al mundo, llevará el agua a
donde no la hay, descubrirá los pozos y
los protegerá, limpiará los esteros, educará a los suyos, regresará los ríos a
sus cauces.
El dios del fuego levantó su antorcha en honor a la niña y el
dios del viento tocó la trompeta de los tiempos. La diosa tierra preparó la cuna para el inminente acontecimiento.
Todos los
dioses se unieron con las manos de la esperanza que los asistía en tan maravillosa creación.
La niña de
la lluvia bajó al mundo que tanto la esperaba, las plantas brotaron con
regocijo de las entrañas de la tierra, los ríos
cantaban canciones nunca antes escuchadas en su camino a los mares. Los
pozos saciaban la sed de los humanos y los animales.
La niña de
la lluvia había llegado como la última oportunidad que los dioses otorgaban al ser humano.
Eduardo Sastrías
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