UNA TARDE EN SAN PEDRO
Chicharrón
con chile y limón,
moños que danzan al ritmo de un son.
Miradas al
aire comparten la banca
un par de suspiros
al cielo vuelan.
Colores que
en sus juegos corren
luces y
sombras mareadas
un parque
donde todo sucede
arcángeles “Gabriel”
cargados en brazos
cansados de
tanto luchar
agujetas fosforescentes
se venden
a zapatos
olvidados
en calle de
la desesperanza.
Una balada
sesentera alegra al quiosco prohibido
abejas que bailan
al ritmo del aroma de un puesto de frutas.
Los cristos rivalizan
con Marilyn Monroe
en improvisada
galería a la sombra de un árbol.
Papalotes que el cielo tocan
desafiando los
vientos de cambio
frente a la impasible
estatua laqueada
del libertador
de la patria.
Humo en fuga
inunda el camino
de las
fritangas y los mixiotes.
Una tarde en
San Pedro termina,
una tarde
que nunca se olvida.
Eduardo Sastrías
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