Saturday, May 17, 2014

DIECISIETE DE MAYO

EXQUISITEZ

El amor no tiene género
edad ni número .
No puede ser privativo de unos
ocultamiento de otros,
el amor no ha de ser discreto
ni vivir clandestino
en la oscuridad del pecado
señalado por  la decencia
el amor no se viste para una ocasión
ni se esconde tras una máscara
no se llena de rezos  para morir.
El amor sabe esperar
no tiene puntos ni comas
vive de aire y de sol
se conjuga en segunda persona
crece sin ataduras, sin reglas ortográficas
víctima del  tiempo presente continuo
juega al cómplice de un beso
cuando dos almas en el lecho se quitan la piel.

Al hablar de homofobia  nos referimos al  término que se ha destinado para describir el rechazo, miedo, repudio, prejuicio o discriminación hacia mujeres u hombres que se reconocen a sí mismos como homosexuales. De todas formas, el uso cotidiano del vocablo incluye a las otras personas contempladas en la diversidad sexual, como ocurre con los bisexuales y los transexuales. Incluso, a aquellos seres que mantienen hábitos o actitudes que suelen ser atribuidos al sexo opuesto, como los metrosexuales.
Esto es ser o parecer homosexual en este país de cualquier forma te convierte en objeto de discriminación y catalogación “intrínseca” por la sociedad como ciudadano de segunda. Con el término de “ciudadano de segunda” me refiero a ser ese alguien a quien no se toma en cuenta en derechos pero sí en obligaciones, a quien no se le atiende  pero se le exige, a quien no se le pone atención en sus opiniones o demandas, pero sí se tiene que ajustar a los que la “mayoría heterosexual indica”.

Me atrevería a subdividir la “Homofobia “en dos grandes rubros:

La intrahomofobia.-  Ésta la describo como ese “miedo”  representado como odio a sí mismo por saberse  homosexual. Generalmente se expresa como el clásico odio hacia cualquier  sujeto que muestre cualquier conducta que proyecte la homosexualidad escondida del agresor. Odio que se proyecta de manera violenta en la mayoría de los casos ya sea verbal o físicamente llegando incluso a “los crímenes de odio”. 
Desafortunadamente las autoridades concluyen y disfrazan en “crímenes pasionales”  dándole todo un marco amarillista, vulgar y decadente a la víctima (occisa) y de una manera subliminal “justificando” la agresión,

La interhomofobia  la encuentro en la misma comunidad homosexual que no respeta ni asume  la diversidad del grupo sobrecompensando el miedo de su  propia homosexualidad con conductas (en muchos de los casos aprendidas o por conveniencia de pertenecer al grupo “dominante”) machistas y agresivas a todo lo que pudiera ser diferente a ellos.
Términos como “La vestida”, “la pasiva”, “la jota”, “la naca”, “el chichifo”, “el chacal”, se aplican dolosamente a individuos que no les ha quedado sino jugar a tener una personalidad inventada o impuesta con la única que han podido enfrentar la vida, no tan linda y bella como hubieran querido.
Es importante tomar en cuenta que por dentro todos somos iguales, todos tenemos sentimientos de amor y de odio, tristeza y alegrías, rencores y frustraciones, soledad y olvido, desamparo y vulnerabilidad, compañía y silencios. Todos merecemos amar y ser amados.
En tanto seamos más congruentes con nosotros mismos seremos más libres y responsables.
Sin embargo en el argot de la comunidad gay desfilan actitudes y voces homofóbicas  bastante desafortunadas como:
¿Eres varonil? Preguntan en los chats tras máscaras de penes y culos, gorras y lentes, avergonzados de lo que ya son desde que nacieron. ¿Eres varonil? Repiten sin tener claro que el ser hombre es el saberse enfrentar a la realidad que uno vive día con día.
¿Qué es ser varonil?  Tener barba, vocabulario de microbusero, cuerpo  robusto, modales agresivos, qué carambas es ser varonil en un país eminentemente machista como México pero con corazón de puta de quinto patio.
“Mejor me meto con una mujer”, otra frase  que resulta hilarante, agresiva y homofóbica,  sobretodo proviniendo de bocas  de homosexuales trasnochados que creen que la homosexualidad es un traje que se quita y se pone bajo una supuesta bisexualidad mal entendida que más bien remite la frustración closetera y que circunscribe a su vida  la actividad de un pene que por demás es poco usado.
“¿Estas limpio?” Es la frase para preguntar si eres o no portador del  VIH,  como si tenerlo te convirtiera en una persona sucia, remontando a la misma actitud hacia los leprosos  de hace dos mil años.
Y se siguen y se siguen las frases que van hilando una cultura homofóbica: “esto sólo es por un rato”  , “ No tengo nada contra los gays, pero no me gustaría tener un hijo  maricón”…
Antes de pedir respeto y dignificación a la diversidad, será primordial ejercitar la tolerancia, la empatía y la hermandad con los demás seres humanos.

                                                                                                Eduardo Sastrías 

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