Wednesday, July 30, 2014

ENTRE DOS REINOS


En un recóndito lugar del universo se juntaron la Distancia y La Fantasía, ellas eran dos reinas de una misma galaxia, estaban hartas de gobernar juntas y querían separase para formar sus propios dominios, había un cinturón magnético que no les permitía separarse y veían atónitas que entre más crecía la Distancia, la Fantasía se llenaba de luz, llamaron a los sabios del cosmos quienes en una mesa redonda discutieron cómo podrían separarse estas dos reinas sin llegar a un acuerdo, hasta que uno de los pajes se armó de valor y se atrevió a hablar frente a  tanto erudito, diciendo que el había escuchado que en algún lugar del universo moraba guardada en una cueva una espada, los sabios no entendían, pues no habían mencionado ninguna lucha ni la guerra, fue  entonces que el paje les explicó que aquella espada era conocida como “Realidad”  y que su filo era tan  fino que  de un tajo podía cortar hasta un planeta, si se pudiera traer entonces  las reinas  Distancia y Fantasía se podrían separar definitivamente. 

Al escuchar la noticia ambas reinas mandaron a todas sus huestes a recorrer el universo en busca de aquella espada mágica llamada “Realidad , y fue en un planeta seco, árido y sin vida donde encontraron la cueva donde brillaba la valiosa espada, con todo cuidado fue transportada y presentada ante las dos reinas, el problema era quién blandiría  la espada para separar de tajo a las dos reinas. Nadie se atrevía ya que era tan elevada la devoción a sus reinas que el sólo hecho de levantar la espada contra ellas les parecía una blasfemia. Fue entonces que el gran señor de la luz y la oscuridad, el Maestro de los opuestos se hizo presente y dijo que él era experto en el uso de aquella espada, todos quedaron atónitos al ver cómo, sin que le temblara la mano, empuñaba la hoja y con un certero movimiento separaba de tajo a las dos reinas. Los súbditos de “Distancia”  y “Fantasía” comenzaron a gritar vítores ante tal acontecimiento, cuando  de repente, ante sus ojos  veían que sus otroras reinas se esfumaban quedando en nada, en  sólo en montón de arena que volaba a aquél planeta sin vida donde pertenecía la espada.
                                                                                                                          Eduardo Sastrías  

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