Monday, December 26, 2005



La familia, cómplice de la sociedad.

Sin duda la mayoría de nosotros fuimos crecidos y educados dentro de un “pequeño” conglomerado humano, llamado “Familia Nuclear”, conocido como la célula de la sociedad y elevado al rango de Institución. Sin embargo hoy por hoy en que TODAS, absolutamente todas las instituciones son cuestionadas, el rol y fundamento de la familia lo es también.
Bien decimos que la familia es algo que se adquiere y no se escoge, donde se desarrollan ciertos roles mismos que se tomaron cierta directriz después de la Segunda Guerra Mundial, los roles se “recrudecieron” con la finalidad de servir a una sociedad de consumo en el mundo occidental Capitalista, mientras que en el otrora mundo oriental Comunista la finalidad de la familia era producir mano de obra para el Estado. Es así que tanto de un lado como del otro, este conglomerado humano no ha visto la suya.
La familia de igual forma ha estado supeditada a los roles de género y es claro que desde incluso antes del nacimiento se procure saber el genero de nuevo miembro para fabricar una alegoría de colores y formas “propios” de su género, los hombres entonces “deberán” ser feos, fuertes y formales y las mujeres dulces, bonitas y obedientes (sumisas). Así cada miembro desarrollará un rol específico de tal manera que esta “nueva” sociedad de consumo creará amas de casa, estudiantes, trabajadores, sirvientes, obreros, etc. etc. y aún cuando hoy en día la mujer se haya emancipado, no dejará de ser esclava de su origen familiar y tendrá que desempeñar múltiples trabajos sin remuneración.
La familia por otra parte gesta una serie de conceptos trastocados de “propiedad” siendo la cabeza de ésta, el padre cuando lo hay, quien posee a la madre futura “capataz” en el cuidado de “sus” hijos y es en esta cadena del tener que creamos seres ávidos de lo mismo, tener, mas no ser.
Analicemos pues el comportamiento de la o las sociedades actuales ahogadas por la violencia (dentro y fuera de la familia), robo, secuestro, terrorismo, desigualdad social y económica, desempleo, fundamentalismos religiosos, narco, tráfico de órganos y personas, etc. Donde los medios regulan el pensamiento político y económico inundando de pan y circo a esta ignorante sociedad que sólo tiene tiempo de cumplir el rol que se le ha impuesto.

Y si la familia es la base de esta sociedad, creo que la familia tradicional como institución deja mucho que desear. La ley de “Sociedades de Convivencia” quiso ser en su momento una alternativa, misma que no prosperó por diversas razones, quizá un planteamiento reducido, o la misma conveniencia del sistema a que no progresara dicha propuesta. El mismo Derecho Familiar ha sufrido modificaciones en su código, en especial en el año 2000 tuvo importantes modificaciones, pero no han sido suficientes.
La sociedad clama y reclama nuevas formas de convivencia nacidas de la elección libre y voluntaria además de la genética y consanguínea.

Se requiere entonces una redefinición de familia y con ella un cambio total de roles dirigidos no a satisfacer a una sociedad de consumo sino edificar y engrandecer a la comunidad respetando la individualidad y libertad de sus miembros.

La iglesia Católica, otra institución altamente cuestionable, en la actualidad, también quiere llevar agua para su molino, en el sentido de que define la familia reforzando los roles ya tan trillados y haciéndolos un tanto esquizoides al limitarlos y ahogarlos en sí mismos, dando por resultado esa “doble moral” de sus miembros al cerrar las puertas a cualquier otra opción como cambio de pareja, unión libre, unión con el mismo sexo, etc. Por lo que no es de dudar que aquella familia “quien puntual y unida asiste a misa” en muchos de los casos sólo sea una imagen y cuya realidad dentro de sus muros sea otra muy distinta; violencia, bisexualidad, infidelidad, depresión, alcoholismo, etc. etc. consecuentes al yugo que su propia fe les ha impuesto.
En efecto para la iglesia Católica a mayor número de sus miembros activos, trabajadores, controlados; mayor cantidad de limosnas, ingresos y “poder”. Por lo que alienta a que la familia sea primordialmente una fabrica de procreación. Y siendo la iglesia parte del engranaje de instituciones lucha y sedienta al igual que las demás está de tener adeptos, y como he dicho poder.

El poder sin duda pareciera gestarse en el mismo seno familiar donde el juego del toma y daca se basa en las fortalezas y poder per se, condicionando el concepto de libertad, y favoreciendo la educación como una serie de actos autoritarios fuera de todo contexto con la finalidad de “moldear” seres que hipotéticamente serán el reflejo de una imagen pre-creada y muy lejana a la finalidad de la educación que es formar seres
independientes y autónomos (en todas sus esferas), al contrario, se prefiere crear “hijitos de mami o papi” cuya comodidad y miedo a ser sí mismos los reprime de crecer, haciéndose sólo viejos y siguiendo y repitiendo aquel patrón de conducta adquirido más por instinto de supervivencia que por convicción, creando seres “aburridos” , “hastiados”, “ inconformes”, “inconstantes”, “sin objetivos claros” y por ende “desorientados” que a sorpresa de sus progenitores terminan optando por otras formas de vida quizá no tan adecuadas y que redunda en el mismo rollo consumista como son las adicciones de toda clase cegando la libertad a la que nunca tuvieron un acceso responsable.

No nos espantemos entonces de ver las trágicas noticias en los periódicos cerrando los ojos y cual avestruces esconder las cabezas creyendo que la familia actual está funcionando.

Eduardo Sastrías