EN EL PAÍS DE LOS MUERTOS
Los muertos
ya no se pueden esconder, están por todos lados, viven en fosas clandestinas
que gritan una a una haciendo miles que claman por justicia, no son los muertos
los que hieden son los años de corrupción y de mal gobierno que han ido
pudriendo a este país de flores para cubrir a sus muertos.
La muerte ya
no se ríe como José Guadalupe Posada la pintaba, no, ella vive horrorizada de
tanta desvergüenza que ve.
Un país de
muertos vivientes que viven en sus cómodas cajas de afamados fraccionamientos
donde se esconden de la realidad que como sombra fantasmal va creciendo.
Miles de
caras que caminan por las calles, la muerte ahora las ha tomado a todas y les
ha puesto por nombre Ayotzinapa .
El México y
sus tradiciones que hablan del color y la textura el papel picado que el aire
mueve cuando las ánimas llegan a departir de los alimentos y golosinas de su
altar llora frente a las veladoras que elevan su luz y el humo hacia el limbo de los que descansan en
paz, aquellos que regresan en una noche
también para pedir no sólo justicia sino un digno entierro y no permanecer en la nada que los ha convertido el
narcogobierno .
El incienso
no puede limpiar tanta inequidad, tanta porquería y tanta desvergüenza.
La muerte es
la burla que hacen los políticos a su pueblo y le ponen por nombre “daños
colaterales”.
México un país vestido de luto con las manos teñidas de rojo y hundido
en una gran fosa clandestina. Es así que
me resulta tan difícil escribir sobre el día de muertos en un país de muertos,
en un país donde el día de muertos ya es un evento diario.
“Dejad que
los muertos lloren a sus muertos”
palabras bíblicas que hoy en día cobran un especial significado en un
país de muertos donde ser joven y pensar es un delito.
Eduardo
Sastrías