EXQUISITEZ
El amor no
tiene género
edad ni
número .
No puede ser
privativo de unos
ocultamiento
de otros,
el amor no ha
de ser discreto
ni vivir clandestino
en la
oscuridad del pecado
señalado
por la decencia
el amor no
se viste para una ocasión
ni se
esconde tras una máscara
no se llena
de rezos para morir.
El amor sabe
esperar
no tiene
puntos ni comas
vive de aire
y de sol
se conjuga en
segunda persona
crece sin ataduras,
sin reglas ortográficas
víctima del tiempo presente continuo
juega al cómplice
de un beso
cuando dos
almas en el lecho se quitan la piel.
Al hablar de
homofobia nos referimos al término que se ha destinado para describir el
rechazo, miedo, repudio, prejuicio o discriminación hacia mujeres u hombres que
se reconocen a sí mismos como homosexuales. De todas formas, el uso cotidiano
del vocablo incluye a las otras personas contempladas en la diversidad sexual,
como ocurre con los bisexuales y los transexuales. Incluso, a aquellos seres
que mantienen hábitos o actitudes que suelen ser atribuidos al sexo opuesto,
como los metrosexuales.
Esto es ser
o parecer homosexual en este país de cualquier forma te convierte en objeto de
discriminación y catalogación “intrínseca” por la sociedad como ciudadano de
segunda. Con el término de “ciudadano de segunda” me refiero a ser ese alguien
a quien no se toma en cuenta en derechos pero sí en obligaciones, a quien no se
le atiende pero se le exige, a quien no
se le pone atención en sus opiniones o demandas, pero sí se tiene que ajustar a
los que la “mayoría heterosexual indica”.
Me atrevería
a subdividir la “Homofobia “en dos grandes rubros:
La intrahomofobia.- Ésta la describo como ese “miedo” representado como odio a sí mismo por
saberse homosexual. Generalmente se
expresa como el clásico odio hacia cualquier
sujeto que muestre cualquier conducta que proyecte la homosexualidad
escondida del agresor. Odio que se proyecta de manera violenta en la mayoría de
los casos ya sea verbal o físicamente llegando incluso a “los crímenes de odio”.
Desafortunadamente
las autoridades concluyen y disfrazan en “crímenes pasionales” dándole todo un marco amarillista, vulgar y
decadente a la víctima (occisa) y de una manera subliminal “justificando” la
agresión,
La
interhomofobia la encuentro en la misma
comunidad homosexual que no respeta ni asume la diversidad del grupo sobrecompensando el
miedo de su propia homosexualidad con
conductas (en muchos de los casos aprendidas o por conveniencia de pertenecer
al grupo “dominante”) machistas y agresivas a todo lo que pudiera ser diferente
a ellos.
Términos
como “La vestida”, “la pasiva”, “la jota”, “la naca”, “el chichifo”, “el
chacal”, se aplican dolosamente a individuos que no les ha quedado sino jugar a
tener una personalidad inventada o impuesta con la única que han podido
enfrentar la vida, no tan linda y bella como hubieran querido.
Es
importante tomar en cuenta que por dentro todos somos iguales, todos tenemos
sentimientos de amor y de odio, tristeza y alegrías, rencores y frustraciones,
soledad y olvido, desamparo y vulnerabilidad, compañía y silencios. Todos
merecemos amar y ser amados.
En tanto
seamos más congruentes con nosotros mismos seremos más libres y responsables.
Sin embargo
en el argot de la comunidad gay desfilan actitudes y voces homofóbicas bastante desafortunadas como:
¿Eres
varonil? Preguntan en los chats tras máscaras de penes y culos, gorras y
lentes, avergonzados de lo que ya son desde que nacieron. ¿Eres varonil?
Repiten sin tener claro que el ser hombre es el saberse enfrentar a la realidad
que uno vive día con día.
¿Qué es ser
varonil? Tener barba, vocabulario de
microbusero, cuerpo robusto, modales
agresivos, qué carambas es ser varonil en un país eminentemente machista como
México pero con corazón de puta de quinto patio.
“Mejor me
meto con una mujer”, otra frase que
resulta hilarante, agresiva y homofóbica, sobretodo proviniendo de bocas de homosexuales trasnochados que creen que la
homosexualidad es un traje que se quita y se pone bajo una supuesta
bisexualidad mal entendida que más bien remite la frustración closetera y que
circunscribe a su vida la actividad de
un pene que por demás es poco usado.
“¿Estas
limpio?” Es la frase para preguntar si eres o no portador del VIH,
como si tenerlo te convirtiera en una persona sucia, remontando a la
misma actitud hacia los leprosos de hace
dos mil años.
Y se siguen
y se siguen las frases que van hilando una cultura homofóbica: “esto sólo es
por un rato” , “ No tengo nada contra
los gays, pero no me gustaría tener un hijo
maricón”…
Antes de
pedir respeto y dignificación a la diversidad, será primordial ejercitar la
tolerancia, la empatía y la hermandad con los demás seres humanos.
Eduardo
Sastrías