DOMINGO DE RAMOS
Jesús un ser humano que se decía dios y que entraba en una de las más
importantes ciudades del mundo judío en un patético borrico desafiando a los poderosos, en un acto poco
comprensible y casi suicida, es crucificado con saña en medio de un escenario
por demás vulgar y ofensivo a tan solo una semana de tal evento. El olvido, la fiesta,
la algarabía hacen de este ser el pretexto de un pueblo que está sediento de
pan y circo para sacar a flote en el anonimato de la masa sus más internos conflictos, es el
pretexto para inventar una religión a base de sangre y martirio.
A
veintiún siglos del supuesto evento, el ser humano no ha cambiado, sólo se ha
sofisticado, la tecnología y la “sagrada” televisión pueden elevar a cualquier simple ser humano a
la calidad de un semidiós y de un minuto a otro destrozar su vida, todo sea en
favor del “rating” de ese pan y circo
que se le presenta a las masas ávidas de tragedia y de oropel, que a su vez
reproduce los billetes cuasi como un milagro para los hacedores del circo. Hoy
como entonces se escoge una ficha con la cual jugar para después ser desechada.
La fila de fichas que desean ser escogidas es enorme así que hay mucha materia
para este credo.
Jesús, dudo que seas dios, pero me queda claro que fuiste y has sido el
pretexto para que el ser humano ponga en tu nombre sus más bajas pasiones,
sus más íntimos sentimientos y su más
miserable conducta.
No importa ya tu nombre, hoy te llenan de
palmas mañana de escándalo ese que se
vende en revistas, televisión y redes
sociales y después descansarás en la paz del olvido, para que cuando lo crean
prudente los hacedores del circo te resuciten y te vuelvan a vender.
Eduardo Sastrías